En el mundo business , todos hemos experimentado, o al menos oído hablar, de la tortura de los cierres contables, ya sean mensuales o anuales.
Personalmente, las he vivido bastante de cerca, ya que he sido responsable de ellas durante la mayor parte de mi vida profesional. Diferentes empresas, industrias, tamaños, e incluso países. Y de lo que me he dado cuenta es que si no tienes las herramientas adecuadas, ni la colaboración de las demás áreas, los cierres contables pueden ser, y serán, una pesadilla.
Desde trabajar los fines de semana hasta hacer horas extra, todos hemos sentido que el departamento es nuestra familia. Sólo para que acabe en un "algo no cuadra". Y ahí estás tú, sintiéndote como un detective tratando de encontrar el hilo del problema.
¿Y si el sistema falla? Bueno, Dios nos salve, estamos perdidos. Más vale que volvamos a los inicios de la contabilidad; saquemos los cuadernos y supliquemos que lleguemos a la cuadratura.
Además, recordemos una cosa, la contabilidad compone los estados financieros, que son un reflejo directo del estado de la empresa. Nos ayudan a analizar la rentabilidad, la solvencia y la situación financiera en general.
Por lo tanto, ni siquiera tengo que explicar lo vital que es esta información y que sea digna de confianza. Si no refleja la realidad de business, ¿de qué sirve? Entonces, ¿qué puede hacer uno cuando no tiene acceso a esta información o la tiene 20, incluso 30, días después de los cierres mensuales? O incluso si la tienes, no son datos exactos y no te fías de las cifras relativas a gastos, costes y, menos aún, de un índice de ciclo de tesorería.
Lo que ocurre aquí es que algunas empresas ven la contabilidad como la operación, que no lo es; en realidad, es el resultado o reflejo de la operación. La traducción en números que luego comunicamos a nuestras partes interesadas.
Imaginemos esta utopía en la que todos nos centramos en llevar a cabo el proceso de la forma adecuada, y todos los implicados, directa o indirectamente, saben en qué punto se encuentran. Saber exactamente cuál es el siguiente paso sería sólo uno de los pocos efectos secundarios positivos que cabría esperar.
Disponer de un sistema integral, que le ayude a convertir esta pesadilla contable en otro proceso sencillo, es algo con lo que sólo unos pocos pueden soñar, y menos aún llamar realidad. Conozca LOVIS, y conviértase en uno de los que tuvieron un sueño, y lo hicieron realidad.
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Mariana Zapico