No cabe duda de que arriesgar, intentar y actuar es siempre mejor que no hacer nada. El término "procrastinar" no sólo se aplica a las acciones humanas, sino también a las empresas. En esta ocasión, nos centraremos en la adopción de nuevas tecnologías y la innovación para empresas de cualquier tamaño y sector.
El primer y más grave caso se da con la "inacción", dejando para un "mejor momento" la adquisición de nuevas tecnologías, el cambio de plataformas o la reinvención digital. Cuántas veces no hemos escuchado argumentos como; "Ahora mismo hay que reducir gastos y no invertir", "En estos tiempos de incertidumbre es mejor quedarse como estamos", "En esta organización el cambio es complejo y adquirir una nueva plataforma de software sería sufrir una curva de adopción innecesaria", etc.
Esto ocurre principalmente porque muchos CIOs y CFOs no ven que las crisis o la baja rentabilidad de business se pueden mitigar y revertir principalmente con el uso de tecnologías adecuadas para la empresa. Consideran que su antiguo ERP puede seguir dando guerra durante muchos años y no ven los beneficios a corto plazo que puede aportar la adopción de un EOS (Sistema de Operación Empresarial). Donde la integración de la operación bajo un entorno colaborativo y una única fuente en términos de información dará a la empresa las herramientas para reducir costes, agilizar procesos y mejorar los tiempos de respuesta y la calidad que sus clientes demandan. Por el contrario, consideran que paralizarse, reducir costes y esperar a que las condiciones del mercado se estabilicen es la mejor arma para afrontar una situación crítica. Por lo general, estas organizaciones están destinadas a empeorar las tormentas económicas o a sufrir más.
El segundo caso se da cuando las empresas deciden que es hora de un cambio y están dispuestas a evaluar soluciones tecnológicas que se adapten a las áreas de oportunidad de la organización. Esto ya es una decisión digna de reconocimiento, pero el problema viene cuando deciden evaluar muchas soluciones bajo un proceso rígido y burocrático escudado en la transparencia. Normalmente, se evalúan más de cinco soluciones en un tortuoso método de RFP (Request for Proposal). Que, por su meticulosidad y características, puede durar meses. Esto provoca pérdidas por el mero hecho de continuar o simplemente no aborda las áreas de oportunidad y tiene un impacto financiero en la percepción del cliente.
Cada solución suele evaluarse con tanto detalle, técnica y económicamente, que las razones business que llevaron a la solicitud de propuestas se confunden con el tiempo. También se pierde el valor y el potencial de cada solución. Por ejemplo, se evalúa por igual un ERP frente a un EOS (Sistema de Operación Empresarial) y a menudo se elige la solución más barata sin tener en cuenta la mayor complejidad de implantación y adopción.
En casos más extremos, la complejidad de la evaluación lleva a posponer la decisión y a permanecer en el mismo punto de partida pero con muchas horas tiradas por empleados y proveedores.
Este artículo le invita a reflexionar sobre la tecnología como factor de cambio y, sobre todo, como su mejor arma para superar la competencia y afrontar los tiempos de crisis de forma proactiva.
Luis Pedroza
Director Comercial
LOVIS México